top of page

“Recapitulando”: de vuelta a la Liga de Arte con Nora Rodríguez Vallés

Actualizado: 26 ago

Anabelle Rodríguez González escribe sobre la reciente retrospectiva de la artista puertorriqueña que desdibuja los límites entre arte, archivo y memoria


(Foto: Gabriel López Albarrán)
Nora Rodríguez Vallés (Foto: Gabriel López Albarrán)

Recapitulación, la más reciente y ecléctica muestra de más de 30 obras pictóricas de Nora Rodríguez Vallés (San Juan, 1957), se presentó en la Galería Delta Picó de la Liga de Arte de San Juan entre el 13 de marzo y el 25 de abril de 2025. Este artículo conmemora dicha muestra, no solo como una exhibición destacada, sino como un hito dentro del recorrido artístico de Rodríguez Vallés, cuya trayectoria encarna una poética visual singular, forjada entre la experimentación formal y el compromiso afectivo con los territorios —físicos, simbólicos y pedagógicos— del Caribe insular. 


La idea de esta publicación germinó durante las últimas semanas de la exhibición. Para mi sorpresa y deleite, fue la propia artista quien sugirió que me encargara del registro escrito de este acontecimiento, reconociendo así el valor de una relación afectiva sostenida a través del tiempo y el espacio desde hace más de cuatro décadas. La propuesta me entusiasmó de inmediato. Gestioné entonces un boleto aéreo desde Filadelfia para asistir a la clausura. En mí, la posibilidad de articular palabra e imagen no se vive como capricho, sino como una extensión gozosa de mi vocación crítica y afectiva.


(Foto: Gabriel López Albarrán)
(Foto: Gabriel López Albarrán)

Lo que aquí compartimos combina imágenes fotográficas provistas por la artista con fotografías y videografía original del fotógrafo Gabriel López Albarrán, quien editó tres segmentos audiovisuales en los que Nora nos presenta un recorrido parcial por la exhibición, en la que experimenta con nuevas formas de representación visual y textual.


Este proyecto se inspiró en dos premisas principales: 1) el deseo de Nora de crear una experiencia audiovisual a modo de recorrido de la exhibición accesible para una de sus estudiantes no videntes, y 2) la voluntad de generar un archivo afectivo que revitalizara las memorias compartidas vinculadas a la trayectoria de la artista y su contexto insular e internacional. Decidimos entonces no estructurar esta pieza como entrevista ni como reseña, sino como una narrativa entretejida con materiales audiovisuales que expanden la experiencia expositiva.


Ver video.

Cuatro décadas de trayectoria 


Desde los años ochenta, Rodríguez Vallés ha ocupado un lugar central en el campo de las artes visuales en Puerto Rico. Como cofundadora del influyente colectivo Mujeres Artistas, su práctica se ha caracterizado por un enfoque interdisciplinario que integra lo pictórico, lo pedagógico y lo performativo. Su sentido del humor agudo, su claridad técnica y su generosidad como mentora la han distinguido como una figura clave para generaciones de estudiantes y colegas.


Su relación con la Liga de Arte de San Juan, así como con la Universidad de Puerto Rico en Bayamón, ha sido vital para el desarrollo de múltiples artistas. En su práctica docente ha sembrado una pedagogía de la sensibilidad, capaz de movilizar no solo la destreza técnica, sino también el pensamiento crítico y la exploración de lo íntimo como lugar legítimo de producción estética. Este escrito es también un homenaje para reconocer su legado como artista y como educadora.


La artista Nora Rodríguez Vallés presentó su retrospectiva Recapitulando en la galería Delta de Picó en la Liga de Arte de San Juan.
La artista Nora Rodríguez Vallés presentó su retrospectiva Recapitulando en la galería Delta de Picó en la Liga de Arte de San Juan. (Foto: Gabriel López Albarrán)


Recapitulando

La muestra Recapitulación abarca cuatro décadas de creación de esta maestra. Desde los años ochenta hasta el presente, el conjunto de obras seleccionadas fue curado por la propia artista en un gesto de autocuraduría que desarticula la separación entre la figura del creador y la del mediador. Este gesto es ya en sí un acto político. En él se afirma la soberanía del imaginario propio, libre de filtros externos y el prejuicio de la curaduría elitista que se puede encontrar en instituciones de arte por doquier. 


Carmen Luz (1983). Óleo sobre tela de saco, 68” x 37”.
Carmen Luz (1983). Óleo sobre tela de saco, 68” x 37”. (Foto: Gabriel López Albarrán)

La obra más antigua exhibida, un retrato de gran formato de 1983, rinde homenaje a su abuela Carmen Luz. Retocado recientemente para su inclusión en esta muestra, el retrato se convierte en un emblema de la memoria afectiva, mientras que otro retrato más estilizado de su tía —engalanada como modelo criolla— añade una dimensión lúdica y ceremonial a la genealogía femenina que atraviesa la exposición. Ambas figuras femeninas, representadas en sus respectivos espacios domésticos, emanan una presencia cargada de dignidad y solemnidad. No se trata simplemente de retratos familiares, sino de imágenes que, a través del tratamiento compositivo y cromático, proyectan su aura íntima y personal, ese resplandor intangible que en arte transforma lo cotidiano en símbolo de lo transcendental. En estos lienzos, lo doméstico no se reduce a un entorno privado, sino que se convierte en un escenario de reverencia. Así, la artista construye una tensión afectiva entre lo íntimo y lo monumental, otorgando a estas mujeres un lugar central dentro de su universo visual y emocional.


Ver video.
“Recapitulación no es una simple retrospectiva. Es un ejercicio de reinvención, un archivo de afectos, y una declaración de la manifestación de principios estéticos. Desde su rol de artista-curadora, Nora Rodríguez Vallés propone un modelo alternativo de exhibición que combina experimentación formal, profundidad afectiva, y claridad conceptual de índole pedagógica.” - Anabelle Rodríguez González

A esos retratos le sigue una serie de obras de crítica social y tenor político, entre ellas la tercera iteración de la serie Domineichon, inspirada en Vigilar y castigar de Michel Foucault. De contundencia gráfica y simbólica, la serie articula una reflexión crítica sobre los dispositivos de poder, especialmente en el contexto colonial y patriarcal de Puerto Rico.


Domineichon: Index Card (2025). Acrílico sobre tela, 60” x 48”. (Foto: Gabriel López Albarrán)
Domineichon: Index Card (2025). Acrílico sobre tela, 60” x 48”. (Foto: Gabriel López Albarrán)

El ritmo curatorial cambia tras esta sección con obras que aluden a colores, texturas y entornos familiares transformados en signos y trazos de carácter abstracto. Entre ellas se destaca un denso laberinto visual que evoca tanto la obra de Umberto Eco como los impulsos cartográficos del inconsciente. Aquí, la artista recolecta las memorias en compartimientos individuales, conectados entre sí por contornos de colores sobrios que parecen dibujar la arquitectura emocional de una subjetividad insular.


Laberinto en blanco y negro (2002). Acrílico sobre masonite, 25” x 27”. (Foto: Gabriel López Albarrán)
Laberinto en blanco y negro (2002). Acrílico sobre masonite, 25” x 27”. (Foto: Gabriel López Albarrán)

Este tránsito entre lo figurativo, lo simbólico y lo abstracto es una constante en la muestra. La curaduría por la misma artista se entiende aquí como acto de autorrepresentación: espejo, autobiografía, archivo. Al ser Nora mi primera instructora de arte durante mis años preadolescentes, reconozco la potencia y el efecto de su legado: su praxis interdisciplinaria y su atención meticulosa al detalle visual revelan una ética de la creación como forma y experiencia de vida. Recapitulación desarticula el efecto silo entre crear y curar con notable destreza, posicionando la perspectiva curatorial de la artista como figura clave en el paisaje del arte contemporáneo puertorriqueño.


Ver video.

Vitam meam rego: YHLQMDLG


En esta muestra, la autocuraduría funciona como extensión de su praxis artística. Cada obra seleccionada actúa como índice simbólico de una trayectoria en evolución. Sea lienzo, grabado, dibujo o medio mixto, cada pieza es vehículo de pasiones, afectos y saberes íntimos. El legado pictórico de Rodríguez Vallés es testimonio de un compromiso profundo tanto con su entorno inmediato como con los dilemas históricos de su país natal.


De la misma manera que las obras en Recapitulación revelan lo trascendental dentro de lo cotidiano, Nora me enseñó a sentir las texturas del mundo a mi alrededor con los ojos. Gracias a ella aprendí a manejar con el más sumo respeto algunos de los materiales e utensilios asociados con las destrezas del dibujo básico: el carboncillo prehistórico, los aterciopelados pasteles de tiza, los lápices de grafito HB, 2B y el suntuoso 6B EBONY. También el borrador técnico y el flexible borrador amasable, la “goma chicle” que, gracias al control de manos y ojos diestros, es capaz de liberar delicadas luces de las sombras más intensas.


Nora Rodríguez Vallés fue galardonada con la prestigiosa beca de la Fundación Arana, lo que le permitió vivir en París y en la comuna de Catus. (Foto: suministrada por la artista)
Nora Rodríguez Vallés fue galardonada con la prestigiosa beca de la Fundación Arana, lo que le permitió vivir en París y en la comuna de Catus. (Foto: suministrada por la artista)
Nora Rodríguez Vallés fue galardonada con la prestigiosa beca de la Fundación Arana, lo que le permitió vivir en París y en la comuna de Catus. (Foto: suministrada por la artista)

Una sección destacada de la muestra remite a su experiencia internacional. Rodríguez Vallés fue galardonada con la prestigiosa beca de la Fundación Arana, que le permitió residir en París y luego en la comuna de Catus, en el suroeste francés. En esta etapa desarrolló un cuerpo de obra que dialoga con la luz europea y los silencios rurales. Como parte de nuestra colaboración, le pedí que compartiera imágenes de esa época. Entre las fotos destacan dos: una celebrando con los Arana y otra en su estudio parisino. La luz de París y Catus se traduce en una paleta policromática que juega con transparencias y texturas superpuestas. Las capas de veladura aplicadas sobre planchas de grabado sugieren una sofisticación técnica que coexiste con una estética de la imperfección cultivada.

Catus (1992). Acrílico sobre papel arrugado, 48” x 38”. (Foto: Gabriel López Albarrán)
Catus (1992). Acrílico sobre papel arrugado, 48” x 38”. (Foto: Gabriel López Albarrán)
Catus (1992). Acrílico sobre papel arrugado, 48” x 38”. (Foto: Gabriel López Albarrán)
Detalle, Catus (1992). Acrílico sobre papel arrugado, 48” x 38”. (Foto: Gabriel López Albarrán)

Conocí a Nora en los años ochenta, en el estudio del pintor Bart Mayol. Allí, impartía clases de dibujo básico los sábados por la tarde. Mis recuerdos de esa época tienen un tinte surreal, quizá por la atmósfera misma del estudio, llena de silencios densos y todos los libros de mesa imaginables, dedicados en su mayoría a documentar la obra de artistas reconocidos y colecciones de museos de prestigio. Lo que sí recuerdo con nitidez es su entrega pedagógica. Detrás de unos grandes espejuelos, Nora transmitía una inteligencia tranquila, paciente, casi meditativa. Nuestra relación fue siempre horizontal, cálida y productiva. Salvo por un grabado pequeño que me regaló, perdí contacto con ella al irme de la isla en los noventa.






(Foto: Gabriel López Albarrán)
(Foto: Gabriel López Albarrán)

Años más tarde, la reencontré a través de las redes sociales. Me impactó descubrir su incursión en el arte performativo. En particular, una imagen de ella empapada bajo la lluvia, vestida de blanco, transmitía una energía mística. Estas acciones, registradas por la prensa local, fueron realizadas en colaboración con Ernesto Pujol, quien fungió como curador y coconspirador en esas intervenciones. 


Aunque la documentación de esas acciones no está presente en Recapitulación, la artista incluyó una instalación performativa titulada Fractales de un rayo de la estrella de Belén, que quizás puede leerse como eco espiritual de aquellas performances anteriores.



“Fractales de un rayo de la estrella de Belén”


La mañana del 25 de abril, la artista me invitó a participar en un performance espontáneo. La instalación consistía en una mesa blanca, una caja de madera con tapa de cristal bajo llave, y dos sillas. Dentro de la caja, una serie de diminutos lienzos acrílicos de vibrante abstracción. En diagonales, su Ex Voto —obra que documenta el accidente que le fracturó la mano— y la pintura Ángel, donde brilla una entidad etérea. El performance consistió en abrir la caja, retirar los lienzos y reconfigurarlos como si fueran piezas de un rompecabezas cósmico. En este gesto, la artista y su acompañante recreaban un universo: acto colectivo pero a la vez íntimo y con connotaciones espirituales.


Nora Rodríguez Vallés y Anabelle Rodríguez González recrean el performance que realizaron como parte de la exhibición. (Foto: Gabriel López Albarrán)
Nora Rodríguez Vallés y Anabelle Rodríguez González recrean el performance que realizaron como parte de la exhibición. (Foto: Gabriel López Albarrán)

La inspiración para esta pieza proviene del deseo de replicar el centellear de la estrella de Belén como símbolo de lo inefable. Rodríguez Vallés se vale del concepto de fractal para distribuir la luz en múltiples puntos, aludiendo a referentes que van desde los dibujos de turbulencias acuáticas de Da Vinci hasta la psicodelia del set de Mandelbrot, la Gran Ola de Hokusai, los minuciosos dibujos y grabados de M.C. Escher, e incluyendo la compleja arquitectura de las muqarnas como elementos decorativos de las artes islámicas. En sus manos, el fractal no es solo matemática visual, sino que representa la naturaleza del acto devocional de crear.


(Foto: Gabriel López Albarrán)
(Foto: Gabriel López Albarrán)

Destello y Coda


Recapitulación no es una simple retrospectiva. Es un ejercicio de reinvención, un archivo de afectos, y una declaración de la manifestación de principios estéticos. Desde su rol de artista-curadora, Nora Rodríguez Vallés propone un modelo alternativo de exhibición que combina experimentación formal, profundidad afectiva, y claridad conceptual de índole pedagógica. En tiempos en los que la curaduría corre el riesgo de burocratizarse y alienarse intelectualmente de la materialidad del arte, el acto político que encarna su gesto nos recuerda que la mejor forma de honrar el arte como acto creativo es habitarlo desde lo que nos une: memoria, mirada, tacto…deseo. Ese mismo deseo de curar su propia obra para darse el gusto de contar con la experiencia de la curaduría ideal no busca imponer una narrativa definitiva, sino abrir un espacio íntimo donde la obra se reencuentra consigo misma — no como pasado cerrado, sino como materia viva, legado pictórico, y herencia conceptual en constante negociación con el presente.



Sobre la autora: Anabelle Rodríguez-González (Aibonito, Puerto Rico) es artista-curadora y antropóloga visual radicada en Filadelfia desde 1999. Su trabajo curatorial se centra en proyectos interdisciplinarios con enfoque en Puerto Rico, su diáspora y países de América Latina y Asia. Sus obras se han exhibido en Filadelfia y Nueva York, y forman parte de colecciones como el museo Mexic-Arte (Texas) y la Universidad de La Salle. Candidata doctoral en historia del arte en Rutgers University, ha recibido becas del Getty, la Sociedad Filosófica Americana y Dumbarton Oaks. Su investigación actual explora estudios curatoriales decoloniales en torno al patrimonio arqueológico caribeño. anabellerg.art




OTROS ARTÍCULOS

CURANDO EN PUERTO RICO

Dona a Plástica

Tu donación asegura el futuro de nuestro proyecto editorial. ¡Apoya el arte y la cultura en Puerto Rico con tu donación!

$

¡Gracias por tu apoyo!

logo Plástica - Blanco.png
  • Instagram
  • Facebook

 

© 2025 Liga de Arte de San Juan

Nuevo logo 2023 — Liga de Arte — Blanco.png
2-Flamboyan Arts Fund-blanco.webp

Este proyecto es posible gracias al apoyo del Fondo Flamboyán para las Artes de Fundación Flamboyán y su iniciativa "En foco: proyecto de visibilización cultural".

bottom of page