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Entre la belleza y la violencia latente: reseña de “Rutas: un viaje a lo desconocido” de Annex Burgos

Mercedes Trelles escribe sobre la reciente muestra de la artista, la cual se presentó en la galería Delta de Picó de la Liga de Arte de San Juan


“Rutas: un viaje a lo desconocido” de Annex Burgos, galería Delta de Picó de la Liga de Arte de San Juan.
“Rutas: un viaje a lo desconocido” de Annex Burgos, galería Delta de Picó de la Liga de Arte de San Juan.

“Rutas, un viaje a lo desconocido” marcó el regreso de Annex Burgos al circuito de exhibiciones de nuestra Isla. Escultora, instaladora, artista multimediática y diseñadora, Annex ha dejado su huella en nuestro espacio con comisiones públicas de gran envergadura realizadas en bronce como “La fruta favorita” (2000), mejor conocida como “Los aguacates” en la Plaza del Mercado de Santurce, y “Las musas” (2004), en el Centro de Bellas Artes de Santurce, así como sus múltiples proyectos de diseño, varios de ellos realizados con su esposo, el fenecido Néstor Otero. Sus ensamblajes e instalaciones, centrados en materiales como el yeso o la madera, utilizan a la mujer como punto de partida. Con la exhibición inaugurada el 17 de octubre de 2024 en la Liga de Arte de San Juan y clausurada el 29 de noviembre, Annex planteó una meditación poética en torno al duelo, a la mujer y a los extraños derroteros del camino de la vida. Profundamente personal, incluso autobiográfica, la exhibición resonó con sus espectadores activando meditaciones en torno a los sentidos, la arquitectura y los diálogos entre su obra y la historia del arte.


La galería Delta de Picó es un espacio fluido, que resguarda lo que contiene y lo revela a la vez. Sus arcos, visibles desde la entrada de la Liga de Arte, revelaban que había sido pintada de un gris oscuro. Luces dramáticas iluminaban obras que asemejaban cabezas decapitadas, o soñadoras. Esa oscilación entre una violencia latente y la belleza fue lo que primero llamó la atención de la muestra que consistía de 15 piezas. Eran ensamblajes compuestos de objetos y de cabezas de yeso modeladas sobre mujeres que la artista conoce, todas con los ojos cerrados. Colocadas sobre mesillas de patas de metal y tope de madera, las cabezas intervenidas podrían ser bodegones en su acumulación y despliegue de objetos inanimados.  Los objetos provenientes de la colección personal de la artista y de su esposo, incluían elementos como pináculos o remates arquitectónicos, hélices, o ramas. 


Silencio de Annex Burgos, 2024
Silencio de Annex Burgos, 2024

Es difícil capturar el poder de esta muestra. La repetición de mesas y cabezas creaba un ritmo de la galería que los objetos colocados sobre las cabezas iban alterando, como si se tratara de un poema que variaba la rima al final de cada estrofa. Más aún, el contraste entre el yeso, material que la artista trabajó de forma cuidada, creando una superficie pulida, y el metal de un finial, el nácar de una concha, o el vidrio sobre la cabeza de uno de sus ensamblajes creaba disonancias sensoriales. Uno de los primeros instintos del visitante al entrar a la sala era táctil –la tentación de tocar el yeso para comprobar su identidad material fue una que sentí de forma poderosa la primera vez que visité el espacio. Ese llamado a los sentidos es uno muy consciente, pues muchos de estos objetos se encontraban sobre el oído, los ojos o los labios de las cabezas, que algunas se encontraban de lado y otras boca arriba. No hay forma de mirar una pieza como “Silencio”, en la que una concha se encuentra sobre la oreja de una cabeza recostada, sin pensar en el sentido de la audición, incluso, sin pensar en el mar y como marca sensorialmente nuestro espacio. La tactilidad de las piezas, o la colocación de objetos sugerentes, creó un espacio para el espectador en el que se tendía una invitación a pensar sensorialmente.


Desprovistas de adornos –cabello, prendas – las cabezas de Burgos se vuelven andróginas. Desprovistas de cuerpo, las imágenes de mujeres se desvisten de las cargas eróticas, estéticas y reproductivas que ha impuesto la sociedad sobre ellas y se convierten simplemente en cabezas soñadoras, evocadoras, intrigantes, o violentas, pero sin sexo, sin género” – Mercedes Trelles Hernández

En contraposición de la activación sensorial podemos poner el sentido arquitectónico que permeaba la sala. La arquitectura es un tema de interés para Annex Burgos; su uso de pináculos  para rematar los cuellos de sus figuras lo hacía evidente. Más aún, el escogido de unas mesas sencillas, de patas de metal que recordaban andamios o tarimas como base para las cabezas, afianzaba ese sentido estructural y arquitectónico. Colocadas sobre estas mesas delicadas y estrechas, de las que a veces sobresalían partes de los ensamblajes, las cabezas se nos presentaban a una altura media, parecida a la de un mostrador. A esa altura, el ensamblaje nos confrontaba con una presencia en el espacio parecida a la de un cuerpo. Estructura/arquitectura, ensamblaje y cuerpo son términos que quedaban entrelazados en la experiencia espacial de la muestra. Y aunque existe una larga tradición que asocia el cuerpo a la arquitectura, por lo general es el cuerpo masculino –el hombre de Vitruvio que dibujó Leonardo. Las cabezas de yeso de Annex implicaban un cambio de paradigma al asociar estructura y mujer.


Volaré de Annex Burgos, 2024
Volaré de Annex Burgos, 2024

Uno de los elementos que más me llamó la atención de la muestra, aún antes de visitarla, fue su insistencia en la cabeza de la mujer. Soy madre de tres hijas y sé, por experiencia propia, que nuestra cabeza es un campo de batalla en el que lidiamos con expectativas irreales, modelos impuestos de belleza y comportamiento, grandes ideas e inseguridades. Plantear una exhibición que hable sobre la mujer obviando nuestro cuerpo –sexualizado, erotizado, idealizado, reproductivo y sometido a leyes del estado– para hablar de nuestra cabeza fue algo que me sedujo. Más aún si consideramos que el tratamiento que le da Annex Burgos a esos moldes de amistades es uno que las transforma. Desprovistas de adornos –cabello, prendas – las cabezas de Burgos se vuelven andróginas. Desprovistas de cuerpo, las imágenes de mujeres se desvisten de las cargas eróticas, estéticas y reproductivas que ha impuesto la sociedad sobre ellas y se convierten simplemente en cabezas soñadoras, evocadoras, intrigantes, o violentas, pero sin sexo, sin género.  


Reistencia de Annex Burgos, 2024
Reistencia de Annex Burgos, 2024

El yeso es un material humilde que han utilizado los escultores durante siglos. Tradicionalmente es parte del proceso que lleva a una escultura terminada, pero no se consideraba suficientemente noble para ser la obra final. En los museos a menudo vemos “estudios” en yeso, aunque ya en el impresionismo escultores como Edgar Degas y Auguste Rodin empezaron a valorar su cualidad directa, parecida a la de un boceto. George Segal es el artista que más se asocia con la transformación del yeso en material escultórico de buena ley. El escultor de arte pop norteamericano decidió utilizarlo para crear impresiones de gente común y corriente haciendo cosas cotidianas –sentados en un banco, abriendo una puerta– rompiendo con las nociones heroicas de la escultura. La venezolana Marisol Escobar, una de las pocas mujeres del arte pop, también lo utilizó. A Annex Burgos siempre le ha cautivado este material, en parte porque lo que le atrae a la artista es el proceso. Desde su primera exhibición en la Galería Raíces al regresar de hacer estudios de maestría en Pratt Institute (1997) utilizó el material rompiendo con esas ideas de la escultura como algo permanente y de gran acabado. En estos ensamblajes no solo utiliza el yeso para retar visiones tradicionales de la escultura, sino que hace ensamblajes donde la precariedad es evidente y desestabiliza las certezas del espectador. Piezas como “Resistencia”, en la que una cabeza de yeso está acostada boca arriba con una inmensa piedra sobre la frente, presenta el reto del balance. La obra no está soldada, o pegada, sino simplemente colocada y contiene dentro de sí la posibilidad real de la caída.


Sola contigo de Annex Burgos, 2024
Sola contigo de Annex Burgos, 2024

Muchas de las obras en “Rutas” crean diálogos con la historia del arte. Los ensamblajes, por ejemplo, recuerdan el impacto del dadá, ese movimiento rebelde de principios del siglo XX que cultivaba el absurdo porque sentía que la vida política en la Europa de la primera guerra mundial era puro absurdo. Confrontada con las cabezas de Annex Burgos es inevitable pensar en la “Cabeza dadá” (1920), ensamblaje de Sophie Tauber Arp, una de las muchas mujeres artistas de ese movimiento. Y el dadá nos lleva al surrealismo, movimiento que la artista parece citar directamente al poner una escultura en bronce de una mantis religiosa sobre una de sus cabezas: “Sola contigo”. La mantis religiosa fue una de las obsesiones surrealistas, pues encapsulaba violencia y erotismo (el insecto femenino se come al masculino durante el coito). De hecho, la exhibición entera parece estar ilustrando la cita de Lautréamont muchas veces parafraseada por André Breton para describir al surrealismo: “el encuentro fortuito entre un paraguas y una máquina de coser sobre una mesa de disección”. Los ensamblajes plantean la alquimia de los objetos que parecen “hablar” de experiencias o temores, llevando una carga afectiva que para la artista es personal, parte de sus recuerdos, pero que para el espectador se activa de otras maneras.


“Rutas…” fue una exhibición extraordinaria. De un montaje exquisito, planteó el regreso a la escultura de una de nuestras artistas más significativas. Organizada utilizando los recursos de la repetición y la variación, creó un espacio evocativo para meditar sobre la mujer, tema que ha desarrollado Annex Burgos a lo largo de su carrera. Aunque para la artista las piezas son de naturaleza autobiográfica, para el espectador se convierten en meditaciones complejas, insondables, que se resisten a una narrativa clara. La complejidad de la experiencia, la belleza inesperada, y un precario sentido de orden (y desorden) rondan estas piezas que, vale la pena repetir, retan al espectador al oscilar entre el sentido de la belleza y una violencia latente.


Recorrido por la sala.


Sobre la autora: Mercedes Trelles Hernández es catedrática asociada de Historia del Arte en la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras. Obtuvo su doctorado con especialidad en arte moderno latinoamericano de la Universidad de Harvard. Sus temas de investigación incluyen el arte Pop en América Latina, la fotografía y el arte de Puerto Rico y el Caribe. Ha trabajado como curadora de la colección del Museo de Arte de Puerto Rico (2000-2003) y como curadora independiente y ha sido consultora para exhibiciones internacionales como “The World Goes Pop” (2015) en el Tate Modern y “No existe un mundo poshuracán: Puerto Rican Art in the Wake of Hurricane María” (2022) en el Whitney Museum of American Art. Actualmente forma parte del primer grupo de estudiosos de la iniciativa de Hunter College y la Mellon Foundation, “Bridging the Divides, grupo de estudio de descolonización”.


 




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