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Alternativas para quién: una mirada a las iniciativas de autogestión en Santurce

El curador y gestor cultural Abdiel Segarra Ríos repasa algunos de los espacios de arte independiente surgidos en Santurce en las primeras dos décadas del 2000


Foto suministrada por el Museo de Arte y Diseño de Miramar (MADMi)
La galería 20/20 fue establecida por el artista gráfico y gestor Tony Rodríguez. En la imagen, una toma de la exhibición “Tropical Anxiety” de Juan Uribe, celebrada en el 2016. (Foto: Abdiel Segarra Ríos)

En 2005, la escena del arte local en Puerto Rico daba un giro radical hacia la autogestión, poniendo sobre la mesa la necesidad de contar con espacios de exhibición disponibles para una población de artistas y productores culturales que crecía y se diversificaba. Esto no sucede en el aire, históricamente la comunidad de artistas puertorriqueñxs ha llevado la autogestión muy cerca de su quehacer, modelando importantes iniciativas de producción dentro y fuera del archipiélago. Existen vastos ejemplos que van desde el Museo del Barrio, Exit Art y el Taller Boricua en Nueva York, hasta el Taller Alacrán, el Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico y el festival de danza contemporánea, Rompeforma, solo por mencionar algunos de los más conocidos. 


Durante la primera década de 2000 se cuajaron cambios significativos en la infraestructura y el tejido institucional, articulando un nuevo panorama de espacios capaces de acoger nuevas y ambiciosas propuestas. Durante estos años, se funda el Museo de Arte de Puerto Rico (MAPR) en la Avenida de Diego, y el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) se establece en su actual sede, la antigua escuela Rafael M. Labra, en la Parada 18 de Santurce. Además, se celebran importantes eventos de carácter internacional como la Trienal Poli/Gráfica de San Juan y la Feria Internacional de Arte  Contemporáneo, CIRCA. 


No faltarían respuestas de parte de la comunidad de artistas y curadores que reorganizarían sus prácticas en torno a estas nuevas formas de gestión. Iniciativas como M&M Proyectos, liderado en sus comienzos por la curadora Michelle Marxuach, serviría como precedente para más de una generación de artistas y trabajadores culturales que verían en los márgenes de los espacios institucionales la posibilidad de producir en otra escala y bajo otros regímenes de pensamiento. Con esto me refiero tanto a las dimensiones físicas de las obras como a su amplitud en materia de interlocución y campos de acción. Pensemos en “El Cerro” de Chemi Rosado Seijo, “Fábrica Inútil” de Beatriz Santiago Muñoz y “Abra de las colillas (homenaje a Anguito)” de Jesús 'Bubu' Negrón.


En 2005, luego de la celebración de PR'04, M&M como esfuerzo productor de eventos culturales, cesa de funcionar y Marxuach toma una pausa indefinida de sus labores como gestora. Les artistas que habían sido parte de esta iniciativa o que crecieron con ella como referente, comienzan a fundar sus propios proyectos. Hasta entonces una parte considerable de la actividad cultural que se organizaba en el área metropolitana se desarrollaba en el Viejo San Juan. Sin embargo, la base de esta nueva generación de proyectos autogestionados sucedería fuera del islote.


“Santurce ha sido el puerto al que las últimas generaciones de artistas han llegado en búsqueda de audiencia y propósito. Aun así, no se puede pensar este panorama al margen de un circuito más amplio de proyectos y agentes que muchas veces han compartido las mismas aspiraciones” - Abdiel Segarra Ríos

El pulso de la producción cultural comenzaba a latir en otro ritmo. Desde hacía mucho los temas y metodologías en torno a los cuales se congregaban los artistas sobrepasaban las nociones de un arte contenido por las reglas de los espacios oficiales. Además, la demanda de oportunidades de profesionalización había aumentado, la cantidad de estudiantes graduándose de programas especializados en arte exigía del contexto que multiplicara las plataformas disponibles para mostrar, distribuir, financiar y vender obra. A esto se suma una crisis en el mercado del arte que afectaría la circulación de obras y que exigiría un cambio en las dinámicas de producción que salpicaría a todos los renglones, especialmente a las galerías; marcando muchas veces una frontera generacional que hasta hace pocos años ha comenzado a corregirse.


Santurce, sería el nuevo contexto de esta actividad, empezando por el Museo del Barrio de San Mateo de Cangrejos, un proyecto codirigido por varios artistas entre los que se encontraban Mary Anne Hopgood Santaella, Deborah Hunt, José Jorge Díaz, Osvaldo Budet Méléndez, José Hernández y Javier Maldonado, entre otrxs. Este proyecto en particular, crea un referente importante respecto al tono político de la gestión de los espacios y proyectos culturales en la zona. Su aparición es una reacción directa a efectos de la gentrificación en la Calle Antonsanti, vinculado a los planes de aburguesamiento de la zona en la que se encuentran hoy el Museo de Arte de Puerto Rico y el parque de Ciudadela. La totalidad de su programación respondía a la violencia ejercida por la ola de desarrollo que comenzaba a desmantelar la zona y sus lugares de memoria.



Logo de =DESTO, plataforma de exhibiciones en la calle Hipódromo
Logo de =DESTO, plataforma de exhibiciones en la calle Hipódromo

Por esta época, =DESTO, una sala de exhibiciones en la calle Hipódromo, abría sus puertas al público. En 2005, tres artistas recién graduados de la Escuela de Artes Plásticas y Diseño de San Juan, Omar Obdulio Peña Forty, Raquel Quijano y Jason Mena, unían fuerzas para darle forma a una plataforma de exhibiciones que serviría de vitrina para el trabajo de artistas emergentes y consagrados. El espíritu de apertura, el ánimo experimental y la curiosidad de los artistas involucrados en esta iniciativa hicieron de este proyecto una brecha necesaria. 


Si hiciéramos un recuento de algunos de los espacios con mayor trascendencia ubicados  en la zona de Santurce es imprescindible mencionar proyectos como El Local, un lugar de encuentro y confraternización fundado originalmente por la agricultora Tara Rodríguez; La15, un espacio en la calle Ernesto Cerra a cargo del artista José Jorge Román y Cart Wash, fundado por los escultores Martín Albarrán y Jaime Rodríguez Crespo, quienes idearon a su vez La Productora y Recinto Cerra, respectivamente. Destacan también El Chemi’s Room, un espacio de proyectos en el taller del artista Chemi Rosado Seijo, ubicado en la calle Latimer muy cerca de la Plaza del Mercado de Santurce; ARTLAB, del empresario Ahmed Echevarría, primero en Miramar y luego en la Calle Condado; la galería 20/20 del artista gráfico y gestor, Tony Rodríguez; Km 0.2, a cargo de Roberto 'Yiyo' Tirado y Karlo Andrei Ibarra.


La 15 fue un espacio en la calle Ernesto Cerra a cargo del artista José Jorge Román (Foto: Abdiel Segarra Ríos)
La 15 fue un espacio en la calle Ernesto Cerra a cargo del artista José Jorge Román (Foto: Abdiel Segarra Ríos)
Cart Wash, fundado por Martín Albarrán y Jaime Rodríguez Crespo, fue uno de los espacios artísticos de mayor trascendencia en Santurce en la primera década del 2000. En la imagen, se observa una pieza de Rafael J. Miranda, como parte de una exhibición que se realizó en el espacio en el 2011. (Foto: Abdiel Segarra Ríos)
Cart Wash, fundado por Martín Albarrán y Jaime Rodríguez Crespo, fue uno de los espacios artísticos de mayor trascendencia en Santurce en la primera década del 2000. En la imagen, se observa una pieza de Rafael J. Miranda, como parte de una exhibición que se realizó en el espacio en el 2011. (Foto: Abdiel Segarra Ríos)
Recinto Cerra fue fundado por el artista Jaime Rodríguez Crespo en el corazón de Santurce. (Foto: Abdiel Segarra Ríos)
Recinto Cerra fue fundado por el artista Jaime Rodríguez Crespo en el corazón de Santurce. (Foto: Abdiel Segarra Ríos)

Otros espacios son El Lobi, un proyecto dirigido por la artista Vanessa Hernández Gracia; 2bleó, una segunda iniciativa a cargo de Omar Obdulio Peña; Diagonal, espacio contiguo al local La Respuesta, fundado por las artistas Carola Cintrón Moscoso y Migdalia Luz Barens-Vera; Espacio PúBLICA, dirigido por Naíma Rodríguez Rivera; Hidrante, a cargo del artista y curador José López Cerra, localizado originalmente en los altos de lo que fue Casa Fantasmes en la calle Saldaña; y El Cuadrado Gris, coordinado por un equipo compuesto por la historiadora del arte, Anna Astor y el productor audiovisual, Ozzy Forbes. Taller Malaquita, localizado originalmente en la Parada 17, fundado por un grupo de artistas entre las que se encuentran Zuania Minier, Rosenda Álvarez Faro y Elizabeth Barreto, entre otras; El Hangar en Santurce, un espacio cultural coordinado por la activista cuir, Carla Janet Torres; La Goyco, un centro cultural autogestionado que ha servido en numerosas ocasiones como contenedor y plataforma para un sinnúmero de proyectos y artistas; y recientemente, San Juan 721, unas residencias artísticas coordinadas por el coleccionista Ignacio López y la artista Natalia Martínez. 


El artista Fernando Pintado llevó a cabo una exhibición, en 2012, en Chemi’s Room, un espacio de proyectos en el taller del artista Chemi Rosado Seijo. (Foto: Abdiel Segarra Ríos)
El artista Fernando Pintado llevó a cabo una exhibición, en 2012, en Chemi’s Room, un espacio de proyectos en el taller del artista Chemi Rosado Seijo. (Foto: Abdiel Segarra Ríos)

A este panorama habría que sumar, como iniciativas puntuales, los eventos de intervención en el CarWash55 y el Hotel Las Américas, coordinados por Ángel Rafael 'Ralph' Vázquez-Concepción y Alex Reyes; el Giratorio de Ekspresión, del músico y escritor, André Lugo; la Feria de Arte Sonoro (FAS), organizada por Lisa Ladner, Jorge Castro y Omar Obdulio Peña; CUBO, gestionada por el artista y publicista, Alexis Bousquet; Hipódromo 610, del artista Charles Juhasz-Alvarado; y La Estación Espacial, del artista y curador, Guillermo Rodríguez. Además, cabe mencionar algunas de las iniciativas propiamente comerciales como La Galería Comercial y Roberto Paradise del galerista Francisco 'Tito' Rovira; Zawahra-Alejandro del artista Izam Zawahra y REM Projects, del empresario Roberto Escobar. Por último, el controvertido evento Santurce es Ley, un proyecto dedicado a la promoción del arte urbano y sus exponentes a cargo de Alexis Bousquet, el cual merecería un artículo propio para poder desmenuzar críticamente su trayectoria e impacto. 


El Lobi, un proyecto dirigido por la artista Vanessa Hernández Gracia, es uno de los espacios de arte en Santurce que todavía continúa. En la foto, una pieza del artista hondureño Adán Vallecillo, quien exhibió en El Lobi en el 2016. (Foto: Abdiel Segarra Ríos)
El Lobi, un proyecto dirigido por la artista Vanessa Hernández Gracia, es uno de los espacios de arte en Santurce que todavía continúa. En la foto, una pieza del artista hondureño Adán Vallecillo, quien exhibió en El Lobi en el 2016. (Foto: Abdiel Segarra Ríos)

Este abanico de proyectos concentrados en Santurce responde, hasta cierto punto, a un panorama de urgencias que van más allá de las ansias de profesionalización de los artistas. Puerto Rico y toda su infraestructura organizacional sufrieron cambios significativos durante estos años. El sector de la cultura, al igual que todos los demás sectores en el territorio, ha sido inevitablemente impactado por los efectos de movidas políticas como la Ley 7, un proyecto de ley que dejó a más de 30,000 empleados públicos en la calle; la imposición de la Junta de Control Fiscal que ha cerrado decenas de escuelas y que ha precarizado aún más los servicios públicos para asegurar el pago de una deuda contraída injustamente; el paso del huracán María que devastó la isla y que dejó un saldo de más de 4,500 víctimas fatales y, por supuesto, el verano del 2019 que si bien logró la renuncia del entonces gobernador de turno, Ricardo Rosselló, provocó una crisis de credibilidad necesaria en el liderato de los partidos mayoritarios. Todo esto atraviesa la producción cultural y enmarca –directa o indirectamente– una parte importante de la gestión impulsada por los artistas y el sector. 



El espacio Km0.2 presentó en 2016 una exhibición que incluyó varias piezas de la artista Noelia Medina. (Foto: Abdiel Segarra Ríos)
El espacio Km0.2 presentó en 2016 una exhibición que incluyó varias piezas de la artista Noelia Medina. (Foto: Abdiel Segarra Ríos)

Santurce ha sido el puerto al que las últimas generaciones de artistas han llegado en búsqueda de audiencia y propósito. Aun así, no se puede pensar este panorama al margen de un circuito más amplio de proyectos y agentes que muchas veces han compartido las mismas aspiraciones. En ese sentido, es importante reconocer que el Viejo San Juan nunca perdió del todo su relevancia, La Liga de Arte, Beta-local, El Bastión y Los Contrafuertes, han sido importantes plataformas de gestión. Incluso, algunos de los espacios y eventos coordinados por el ICP han servido, en mayor o menor grado, como eco de la actividad que se cuece desde los talleres y espacios de encuentro manejados por artistas. Es igualmente importante reconocer la relevancia de iniciativas como la Galería 356, METRO: plataformaorganizada y Embajada, todas en Hato Rey. Por su parte, Río Piedras ha servido de escenario para numerosos eventos de performance que entre la Universidad de Puerto Rico, el Paseo de Diego, la Casa Ruth y La Milagrosa, han forjado una historia con episodios liderados por importantes agentes del medio como lo son: Mickey Negrón, Gisela Rosario Ramos, Kairiana Núñez Santaliz, Helen Ceballos y el equipo de gestores de Paseo 13, entre otrxs. 


Ahora bien, nada de esto tendría el mismo sentido sin los esfuerzos de descentralización que se llevaron a cabo desde Área: lugar de proyectos en Caguas. Un espacio, fundado por el mecenas José Hernández Castrodad y el artista Quintín Rivera-Toro, que por más de diez años programó de manera ininterrumpida, exhibiciones, encuentros y residencias que sirvieron como base para decenas de artistas, académicos y curadores, muchos de los cuales tuvieron su primera oportunidad allí en sus facilidades. También han sido importante los esfuerzos hechos desde el Museo de Arte de Caguas, que si bien es un museo municipal, desde su agenda ha hecho lo posible por mantener una programación variada, estrechamente vinculada al quehacer de los espacios alternativos y los proyectos de autogestión.  


En este punto, toca hacer hincapié acerca de la relación de solidaridad que ha permeado entre la mayoría de estas iniciativas por largo tiempo. Lo cierto es que de alguna manera u otra se han influenciado mutuamente a través de procesos colectivos que le han vinculado a lo largo de sus respectivas trayectorias. Su impacto ha dejado una marca significativa en el barrio santurcino. Sin embargo, merece una evaluación crítica matizada por puntos de vista que permitan poner en valor su trabajo frente al provecho que han acumulado bancos y empresarios dedicados a capitalizar la visibilidad que el sector ha ganado como resultado de su trabajo. Si bien la zona acoge importantes museos y proyectos culturales, la comunidad de artistas ha persistido en su búsqueda de alternativas viables para hacer sostenible su práctica. A esta altura, corresponde reflexionar acerca de quiénes han sido los beneficiados de esta labor sostenida por casi dos décadas y qué lugar ocupan, si alguno, las comunidades que habitaban estas calles antes de que la ola de artistas y espacios decoraran sus muros. ¿Son todos los artistas parte de esas comunidades? ¿Cuán verdaderamente dispuestos estamos, como gremio y comunidad, a reconsiderar las vías a través de las cuales hacemos posible nuestro quehacer?


La historia la suelen escribir las instituciones que cuentan con los medios de financiamiento necesarios para hacer público su punto de vista, pero, si al margen de la publicaciones hacemos un recorrido amplio entre los espacios culturales que han llenado nuestras agendas durante las últimas dos décadas, es fácil darse cuenta de que la voz cantante, la batuta y la palabra, la han llevado sin duda los espacios alternativos y las iniciativas de autogestión. La lista es tan larga y diversa que no hay manera de hacer justicia a todos los proyectos que de alguna manera u otra han hecho una aportación significativa al campo. Pero en ánimo de comenzar la tarea, ponemos este artículo sobre la mesa con la esperanza de que otrxs se sumen a la conversación y nos ayuden a organizar una memoria crítica de la gestión que nos ha traído hasta aquí.


 

Sobre el autor: Abdiel D. Segarra Ríos (Santurce, Puerto Rico), es curador asociado del Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico (MAC). Cuenta con un grado en Bellas Artes de la Escuela de Artes Plásticas y Diseño de Puerto Rico, una maestría en Gestión y Administración Cultural de la Universidad de Puerto Rico y un máster en Historia del Arte Contemporáneo y Cultura Visual de la Universidad Autónoma de Madrid, donde actualmente finaliza estudios doctorales. Fue director de Área: lugar de proyectos, y director del Programa de Artes Plásticas del Instituto de Cultura Puertorriqueña y de la Trienal Poli/Gráfica de San Juan. Ha curado exposiciones en Puerto Rico, España y los Estados Unidos. Igualmente, ha impartido cursos universitarios en la Escuela de Artes Plásticas y ha publicado sus textos en periódicos, revistas académicas y plataformas independientes. Colabora activamente con varias organizaciones culturales en Madrid y San Juan, entre las que se encuentran Espacio Afro, La Parcería y El Lobi.


  


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