Una reseña de “Ante la censura saluda: Retratos de una deuda” y la dialéctica del poder
En el corazón de Santurce, frente a la PR-25, erige su puerta :Pública, un espacio cultural de vanguardia dirigido por la productora Naíma Rodríguez y la curadora Natalia Viera, que busca dar voz a proyectos artísticos y culturales.
Sus losetas hidráulicas, abatidas por el tiempo, llevan hasta el fondo de la sala, donde se expuso hasta el pasado 25 de mayo de 2024, “Ante la censura saluda: Retratos de una deuda” (2023-24) del artista Garvin Sierra.
Se entraba al espacio inmersivo, curado y creado por el artista, a través de una puerta en esa misma sala. De un tamaño aproximado 10’ x 12’, sus paneles funcionaban como un vía crucis, una crónica de las penitencias de un pueblo abatido por una deuda aplastante. Imperaban, al entrar, los retratos de cada gobernador de Puerto Rico, desde Luis Muñoz Marín. A su vez, las sátiras políticas cubrían cada rincón, cada espacio se volvía una demanda constante del estado colonial. En el centro de la exposición había una mesa servida y en cada plato se encontraba el emblema de la Junta de Control Fiscal, que, como final del entramado, se dividía las porciones de lo que quedaba. Una cronología arcaizante, que recuerda la extensión temporal de la colonia que se perpetúa. A través de alegorías e imágenes, vemos una isla, ya no idealizada, sino cruda y real.
"La edición actual de la Poli/Gráfica, titulada 'Bajo presión' invita a reflexionar sobre la protesta, la inconformidad, la presión sociopolítica; temas que también se reflejan en la obra de Garvin Sierra. Sin embargo, 'Ante la censura saluda: Retratos de una deuda' estuvo sujeta a la censura y al rechazo por parte de sus organizadores y no fue expuesta. Pero, el enfrentamiento de facciones no es una novedad para dicho evento. Desde su origen, se han generado diferentes choques dialécticos". - Jorge Rodríguez Acevedo
Pero es el medio que Sierra utiliza, uno de los factores de gran fuerza e inventiva en la muestra: el recibo. Un objeto cotidiano, que pasa por nuestras manos a diario sin mayor conciencia. Perdidos a menudo, olvidados, relegados a rincones invisibles, pero que a través del sagaz ingenio de Sierra componen un registro de culpabilidad. Con ellos, no solo construye los retratos de los gobernadores, sino también símbolos y acciones. Estas imágenes aparecen contrapuestas, enfrentadas, representando la lucha ante la opresión. Las dimensiones de los recibos (aproximadamente tres pulgadas de ancho y tres pies de largo) al ser yuxtapuestos, crean un espacio blanco entre ellos. Este vacío, a través de una repetición constante, rememora a barrotes de celda, una criminalización y presidio simbólico que va tanto a los gestores de la deuda y el estado colonial, como los que lucharon en su contra. Ambos, vis a vis, ven al otro como criminal.
Al otro lado de la capital, en la isleta del Viejo San Juan se celebra actualmente la Poli/Gráfica de Puerto Rico, América Latina y el Caribe, producto evolutivo de la Bienal de San Juan del Grabado Latinoamericano y del Caribe, cuya primera edición se celebró en 1970. Sus espacios principales de exhibición son la galería de la sede del Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) –antiguo Asilo de la Beneficencia–, que se erige en una estructura de gran elevación frente al Castillo San Felipe del Morro, y el Arsenal de la Marina Española, una estructura en mampostería del siglo XIX, situada frente a la Bahía de San Juan. La curaduría estuvo a cargo de Elvis Fuente –curador en jefe– y, previamente, Lisa Ladner, curadora de arte y cónsul honoraria de Suiza.
La propuesta curatorial de la Poli/Gráfica –que abrió el 19 de abril de 2024 y se extiende hasta el 15 de septiembre del mismo año– busca exponer “una visión plurívoca y multivalente de las prácticas artísticas expandidas en el grabado y la gráfica de América Latina, el Caribe, Puerto Rico y sus diásporas, en la última década”, según se recoge en la página web del evento.
Sin embargo, en cuanto a la naturaleza de la obra gráfica, cuyo soporte principal es el papel, y que se vale de la tinta y la impresión, se puede apreciar un notable desligamiento de concentración en la gráfica, pasando a una muestra multi-mediática, donde no es inusual el cemento, el video digital y el cristal.
El evento cuenta con una muestra que abarca (según lo expuesto en su página web) una “notable expansión territorial hacia las diásporas”. Pero en el afán de demostrar un abarque y relevancia internacional, se ha perdido lo que fue la razón de la Bienal de San Juan del Grabado Latinoamericano y del Caribe en el país. La muestra puertorriqueña en esta Poli/Gráfica, incluso en su sala insigne, no es mayoritaria, es escasa. Esa carencia podría dar a entender una falta de producción artística en la isla, noción que es completamente errónea. Este evento pareciera haber dejado de estar al servicio del talento puertorriqueño, invirtiendo un millón de dólares al servicio de otros pueblos.
La dialéctica del poder
La edición actual de la Poli/Gráfica, titulada “Bajo presión”, nombre tomado de la canción de la banda británica Queen y el cantante Davie Bowie, invita a reflexionar sobre la protesta, la inconformidad, la presión sociopolítica; temas que también se reflejan en la obra de Garvin Sierra. Sin embargo, “Ante la censura saluda: Retratos de una deuda” –que inicialmente se llamaba “Retratos de una deuda”– estuvo sujeta a la censura y al rechazo por parte de sus organizadores y no fue expuesta. Pero, el enfrentamiento de facciones no es una novedad para dicho evento. Desde su origen, se han generado diferentes choques dialécticos.
La Bienal de 1970, organizada por el historiador Ricardo Alegría, el curador William Lieberman (curador del Museum of Modern Art de la ciudad de Nueva York) y el galerista Luigi Marrozzini, tuvo su polémica por una proclama colectiva en homenaje a las luchas de liberación latinoamericanas, la cual fue firmada por cincuenta artistas participantes. Escrita por el artista argentino Julio Leparc, el escrito se imprimió en gran formato, para ubicarse a la entrada de la exhibición. Uno de los acuerdos fue que la proclama tenía que aparecer cada vez que circulara la promoción de la muestra.
Pero el patrocinador principal del evento, la compañía multinacional de tabaco Phillip Morris, optó por comprar toda la muestra y manejarla sin el mensaje firmado por los artistas, según explica la curadora Marina Reyes Franco en la investigación “Poéticas Políticas: Gráfica Alternativa, Poesía y Acción contestaria en Puerto Rico (1970-1980)”, publicada en el 2013 por la Universidad Nacional de San Martín.
Seis años más tarde de aquel inicio, el dinero volvió a desatar enfrentamientos en la Bienal de San Juan del Grabado Latinoamericano y del Caribe. En esa edición fueron los artistas puertorriqueños quienes alzaron su voz de protesta. El motivo fue la utilización de fondos federales –destinados para la celebración del bicentenario de la independencia estadounidense– para realizar la bienal, convirtiendo este evento en parte de esa jornada celebratoria.
El maestro puertorriqueño Lorenzo Homar, quien entonces presidía el Comité Consultivo de la Bienal, renunció a su puesto luego de hacer pública su protesta, seguido por la mayoría de los miembros restantes. A pocos días de esa manifestación, el semanario “Claridad” informaba en su portada del 13 de mayo de 1976 que la Bienal de San Juan quedaba cancelada:
“La Cuarta Bienal de San Juan del Grabado Latinoamericano fue cancelada indefinidamente por la Junta de Directores del Instituto de Cultura Puertorriqueña en reunión celebrada el pasado martes…. Posponer la Bienal por cinco o seis meses y acceder a nuestra petición de rechazo a los fondos del bicentenario, sí hubiese sido una alternativa razonable. Pero al ICP y a Rodríguez (Luis Rodríguez Morales, director del ICP) les interesa que los artistas se callen”, afirmó Homar.
Las incursiones en el arte son en sí una lucha, un encuentro bifurcado. Para el arte puertorriqueño y latinoamericano, el arte de matiz político ha sido fundamental para responder a la represión del estado. Este tipo de lucha es la que llevó, en el 2024, a que 15 artistas puertorriqueños removieran sus obras de la Poli/Gráfica (entre estos Antonio Martorell y Marta Pérez García) en solidaridad con Garvin Sierra, quien mostró y probó su poder de convocatoria.
Sierra sin duda mueve gente. A través de sus obras, muchas a base de carteles digitales que comparte a través de las redes sociales –como continuación de una larga tradición gráfica en Puerto Rico–, ha propagado su mensaje. No ya de oreja a oreja, como un secreto, sino a través de cientos de ojos y voces, en una comunicación masiva a través de la virtualidad. Esta acción conlleva un siguiente escalón de manera implícita: la libertad del decir. Constitucionalmente se protege el derecho a la libertad de expresión, de palabra y pensamiento. Más la historia puertorriqueña es la historia del silenciamiento, la censura y el olvido.
La excuradora de la Poli/Gráfica, Lisa Ladner, artífice de la alegada censura a la pieza de Sierra, y quien ha sido duramente criticada por su postura, dijo en una entrevista realizada por la periodista Sandra Rodríguez Cotto, lo siguiente:
“Le pedí que mejor pusiera un pedazo de la obra que no fuera conflictivo. Pero es que él es un artista que ha tenido éxito recientemente y se cree que por eso él puede exhibir la obra, pero la que decido soy yo y no vamos a tener problemas con el gobierno federal o el gobernador y los que dan los fondos para la Poligráfica…Garvin (Sierra) está tratando de mostrarse como la pobre víctima. Pues, yo ahora voy a poner en su lugar una obra de un artista venezolano que habla sobre la censura. En vez de la obra de Garvin Sierra, pues viene la de otro, un venezolano”.
Sin embargo, dentro de la polémica generada ante los hechos, son pocos los textos que han visto el otro lado de la balanza del poder: las palabras de Lisa Ladner. Su voz ha sido silenciada de igual manera, encontrándose de manera escasa y fragmentada. Solo a través del ejercicio del habla libre, a través de lo que expuso en sus redes sociales, podemos encontrar su visión, la cual cito textualmente:
Les invito a hacer un experimento. El experimento consiste en creer por unos minutos, que no quise censurar y no censuré al artista Garvin Sierra o a su obra como curadora de la Poli/Gráfica...
– Qué sentido haría que yo me acercara a Garvin Sierra para considerar la inclusión de varias de sus piezas si no tuviera el interés de hacerlo?
– Porqué iba (a) pedirle detalles sobre la instalación "Retratos de una deuda", cuyo contenido ya había estudiado a fondo, mirando detalladamente la obra a través de sus plataformas (hasta en 3D), consciente de que consistía en "denuncias a los gobiernos locales y federales (que financian la Poli/Gráfica)", si no quisiera exhibirla?
– Porqué hubiera sugerido si fuera seleccionada, pasar la obra a la lista del curador en jefe, Elvis Fuentes, para evitar de «exponerme políticamente», ¿si no fuera porque la quería incluir a pesar de mi rol de cónsul honoraria?
– Porqué hubiera dicho: «Como persona y curadora políticamente interesada me encantaría incluir esta instalación o parte de esta (si fuera posible mostrar un extracto)» ¿si no tuviera el interés de hacerlo?
Ladner también refuta de manera minuciosa y detallada en sus redes sociales cada parte del escrito de la periodista Sandra Rodríguez Cotto, quien no revela la fuente de las citas directas que atribuye a Ladner. Asimismo, reproduce una carta que afirma le hizo llegar a Sierra el 15 de agosto de 2023, siete meses antes de la acusación pública de censura, y donde hace hincapié en que todo se trata de un “malentendido”.
“En ningún momento el gobierno suizo va a intervenir en la selección de obras. Eso lo hace el equipo curatorial que consiste en Elvis Fuentes (América Latina y el Caribe) y de mi (Puerto Rico). No hay censura ni intervención de gobiernos foráneos”, se desprende de la carta que Ladner compartió a través de su página de Facebook.
El carácter subversivo y político de “Retratos de una deuda”, al igual que sus dimensiones, fueron las presuntas causas utilizadas como pretexto para denegar la participación a Garvin Sierra en la Poli/Gráfica. Sin embargo, “Seguridad Boricua” del artista venezolano Yusef Merhi, que forma parte del evento, presenta un acto de gran subversión y contó con la aceptación consciente de la institución.
Merhi utiliza material “hackeado” del sistema de seguridad estadounidense revelando los documentos que conformaron la carpeta de monitoreo de Juan Mari Brás, líder independentista puertorriqueño. El artista organiza las hojas a través de un datagrama, un sistema matriz espacial que creó en 1998. En este sistema, los documentos se organizan de forma que los que presentan mayor relevancia resaltan entre los demás. La instalación ocupa aproximadamente 10’ x 8’. Dicha carpeta, que abarcaba cientos de documentos, es una de las miles que fueron creadas por el Counter Intelligence Program (COINTELPRO), que entre 1956 a 1971 llevó acciones ilegales contra los independentistas puertorriqueños con la ayuda del FBI y la Policía de Puerto Rico.
El operativo incluyó tácticas de acoso, descrédito, intimidación, invasión de la privacidad, hostigamiento y la persecución de puertorriqueños, quienes vieron criminalizadas sus posturas decoloniales. El recuerdo de esto a través de una obra y, más aún, el hecho de que haya sido reconocida, legitimada y expuesta institucionalmente por la Poli/Gráfica, establece de por sí la postura que se dice buscaban evitar con el rechazo y censura de “Retratos de una deuda”.
Debemos destacar, a su vez, la fuerte presencia de arte enfocado hacia la crítica política-social expuesta en el evento. Imperan las luchas decoloniales, la resistencia a la opresión (chilena, cubana, entre otras) y la máquina consumerista; temas a su vez, abordados por Sierra mediante la crítica del status-quo y rememorando la relación simbiótica del arte con el entramado de la vida política. El interés del Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) por conocer y dirigir la producción artística, a modo de influir en el discurso, no es secreto. Recordemos la mítica escena narrada por Antonio Martorell sobre sus “Barajas Alacrán”, en las que encontró un fino polvo de talco, con el cual trataban de obtener sus huellas dactilares, o cómo la CIA avaló el desarrollo del expresionismo abstracto (dado a los ideales que este representaba) frente al realismo ruso dentro del marco de la Guerra Fría (Dasal, 2021). No olvidemos tampoco la estrecha relación entre la institución gubernamental puertorriqueña y el taller de la División de Educación de la Comunidad (DIVEDCO).
Más allá de la deuda
Pese a la polémica, en el evento de la Poli/Gráfica, se destacan obras de gran fuerza. Entre estas, “Dejo este cuerpo aquí” de la artista peruana Natalia Iguiniz Boggio. Una serigrafía en cartón, tripartita, utilizada como medio de intervención en espacios públicos, proceso documentado en una serie de diez fotografías. Iguiniz Boggio, en respuesta a la militarización de la sociedad peruana, insertaba la obra del cuerpo tirado en diferentes espacios públicos, buscando una reacción empática de los transeúntes. Una sensibilidad que no encontró. La obra de Iguiniz denuncia, como el entablar de un puente, los abusos, maltratos y asesinatos de mujeres. Cuerpos que se encuentran tirados, amortajados, dejados ahí.
Por otro lado, la obra textil de gran formato, “Impugnaciones: Vamos a seguir apretando bien duro” de Elsa María Meléndez, emplea el bordado, la tela, el fieltro y el acrílico para proyectar el rol protagónico de la mujer en la música urbana, rompiendo con la mera objetificación de ser una modelo más en el fondo de un video de música. El manejo del textil crea cierta rigidez y perpetuidad a la obra, en la que sus hilos sobrantes del proceso de costura, caen sobre la tela como trazos errantes de colores que evocan el fuego. Lope Max Díaz, en su grabado de medio mixto “Justice”, explora las virtudes aristotélicas en honor a su hijo, quien falleció recientemente. Es su efigie la que se encuentra en el centro, rememorando a los retratos de silueta del siglo XIX. Forma parte de una serie de grabados, cada uno portando el título de una virtud: “Generosity”, “Wit”, “Truthfulness”, “Friendship”, “Pride”, “Sociability”, “Honor”, “Courage”, “Temperance” y “Justice”. En su parte inferior, se adhieren, a manera de impresión, tres discos pequeños en madera, alusivos a la búsqueda del justo medio en la ética de Aristóteles. Pocas formas hay, de belleza sublime, que puedan superar dicho elogio a la pérdida de un ser amado.
La naturaleza de los espacios
En cuanto a los juegos de poder imperantes, la diferencia hegemónica también radica en la naturaleza de los espacios. “Recibos de una deuda” se encuentra en un espacio alternativo, modernista, una institución privada sin fines de lucro, en Santurce, que busca promover un cambio social, que busca dar voz y amplificar proyectos artísticos mediante la colaboración. La Poli/Gráfica se encuentra en la sede del ICP, y principalmente, en el antiguo Arsenal de la Marina Española, funcionando como una máquina discursiva de apoyo, de decisión, en cuanto a la muestra que se propone oficialmente.
“Recibos de una deuda” no tiene un libro de firmas, no lleva una contabilización ni registro de las personas que lo han visitado ni cuenta con ujieres. Pese a ello, dada su calidad, inventiva, y quizás, ayudado por la naturaleza de la polémica, contó con el respaldo y apoyo constante del pueblo, dando voz a lo que postuló ser silenciado. A pesar de la polémica, o donde establezcamos nuestros fusiles, la obra de Sierra es buena y conecta con el espectador, llevando el mensaje de manera innovadora. No podemos obviar que su trabajo no es una mirada a un Puerto Rico del pasado, a distancia, sino una evidencia –con recibo– del yugo colonial que seguimos enfrentando con la complicidad de los gobiernos de turno.
Pero los recibos se borran con el tiempo, y entra el olvido. La memoria colectiva olvida mucho. Se olvidan las luchas y los robos de igual manera. Se olvidan los mártires y los ladrones.
Sobre el autor: Jorge Rodríguez Acevedo es analista, teórico y escritor de temas culturales, enfocado en arte puertorriqueño. Cuenta con un bachillerato en Filosofía de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Mayagüez, y realiza una maestría en Humanidades y Estudios Culturales de la misma institución. Se ha desempeñado en la docencia y en la labor museística.
Comments